Seguro que cuando digo monstruo a muchos de vosotros os viene a la cabeza una criatura similar a esta:
Sí, tenéis razón, esto es un monstruo, pero hay más tipos de monstruos, monstruos que guardan parecido con la raza humana o que su aspecto es como el de cualquier persona que te encuentres por la calle.
Uno de estos monstruos son las Moiras o Parcas, unos seres mitológicos de la cultura grecorromana (una cultura que me encanta desde que era pequeña) que son consideradas la personificación del Destino.
De estas tres hermanas, cada una ejerce una función:
Cloto (Nona en la cultura romana), es la hermana más pequeña y es la que inicia el ciclo de la vida, o dicho de otra manera ella es la encargada de hilar el hilo de la vida, se dice que era invocada el noveno mes del embarazo. A parte de hilar el hilo de la vida, Cloto era la hermana que tomaba las decisiones importantes, como por ejemplo determinaba cuándo nacía un dios o si una divinidad tenía que morir o no.
Láquesis (Décima en la cultura romana), es la hermana mediana, ella medía el hilo de la vida, por lo tanto decidía la duración de la vida de las personas, por este hecho su nombre significa la que echa suertes.
Y por último, tenemos a Átropos (Morta en la mitología romana), la hermana mayor cuyo nombre significa inevitable, ¿y que hay de inevitable en esta vida? La muerte. Átropos era la encargada de cortar el hilo de la vida cuando la vida de una persona llegaba a su fin, también tenía el poder y la potestad de decidir como moría una persona, las tijeras con las que llegaba a cabo su labor son siempre denominadas por los poetas grecorromanos como aborrecibles o detestables.
Se cree que aparecían a los tres días de nacer una criatura para determinar su destino y según cuentan antiguas leyendas, hasta los dioses sucumbían ante los destinos que las moiras les establecían, tanto es así que el mismísimo Zeus, dios de los dioses y del cielo, les tenía miedo.